2 de octubre de 2013

La difícil relación entre los jóvenes y el vino

En los últimos años se ha hablado y escrito mucho sobre la relación que tienen los jóvenes con el vino. Que si se les ha alejado de la cultura del vino, que si prefieren la cerveza, que si la imagen del vino está muy alejada de lo que buscan, etc. Probablemente, existen tantos factores como artículos escritos y seguro que casi todos tienen su parte de verdad para tratar de explicar por qué los jóvenes no beben vino. De hecho, es difícil pensar que existe una única razón para explicar ese desapego hacia la cultura del vino y, por consiguiente, Dada su relevancia, este post va a ser el primero que dedicaré a esta cuestión. Eso sí, no será el último.



Imagen-Jovenes-Bebiendo-Vino
Fuente: www.flickr.com (Monica's Dad)

A pesar de que existe mucha literatura gris analiza las causas por las que los jóvenes no beben vino, resulta difícil encontrar estudios científicos, o al menos realizados con un mínimo de rigor científico, que traten de explicar dichas causas. De hecho, a pesar de que gran parte del sector hace hincapié en que el desapego de los jóvenes al vino es un gran problema, no se han hecho muchos estudios que aborden de forma rigurosa las razones de dicho desapego. Entre los pocos estudios existentes que analizan la relación de los jóvenes con el vino se encuentra un estudio realizado en 2005 por la consultora Synovate para la Federación Española del Vino y que tuvo su continuidad en 2009 por encargo del Observatorio Español del Mercado del Vino.

Entre los resultados del estudio de 2005 destaca que entre los 18 y los 25 años los consumidores habituales de vino se limitan al 8 por ciento, porcentaje que asciende al 14 por ciento entre los 26 y 35 años. Además, para los jóvenes el vino tiene su propia personalidad, resaltando sus características organolépticas y siendo percibido como una bebida saludable. Sin embargo, el vino no aparece como una bebida “cercana y accesible” entre los jóvenes. De hecho, frente a la cerveza, el vino es “para entendidos” y “para quedar bien”, mientras que ven la cerveza más adecuada “para jóvenes” y “para consumir en grupo”. Como se puede observar, ya en 2005 el vino quedaba muy alejado de lo que los jóvenes buscan en una bebida.

Los resultados del estudio de 2009 son todavía más desalentadores. De hecho, los mismos indican que sólo el 5,5 por ciento de los jóvenes entre 18 y 25 años declaran consumir vino habitualmente, mientras que sólo el 10 por ciento de  jóvenes entre 26 y 35 años declara consumirlo con cierta frecuencia. Estamos hablando de entre 3 y 4 puntos porcentuales menos, lo que prácticamente supone que un tercio de los jóvenes que decían beber vino habitualmente ha dejado de hacerlo. 

Entre las principales reticencias que presentan los jóvenes para no beber vino o para no beber más vino son las siguientes:
  • No les gusta el vino (47%)
  • No se identifican con el vino (40%)
  • Cuando están con amigos no toman vino (28%)
  • El vino es muy caro (18%).
En términos generales, ambos estudios reflejan que la predisposición al consumo de vinos por parte de los jóvenes es cada vez menor, lo que pone de manifiesto su escasa implicación frente a este producto. Además hay dos mensajes claros: no se identifican con el vino porque no representa lo que ellos buscan y el vino no es un producto de consumo social, excepto en determinados eventos o celebraciones.

El vino y los jóvenes universitarios


Los dos estudios anteriores se centran en la población joven entre 18 y 35 años, independientemente de su nivel de estudios. Por eso, me ha llamado la atención un estudio (1) publicado en la Revista Española de Nutrición Comunitaria este mismo año 2013 que presenta los resultados de una investigación empírica que analiza los patrones de consumo de bebidas entre los jóvenes universitarios. La verdad es que siempre he pensado que entre los jóvenes universitarios podría haber una mayor predisposición al consumo de vino en comparación con los jóvenes no universitarios. De hecho, aunque los universitarios no son el único segmento de población joven en España, el potencial que presenta este nicho de mercado de forma cuantitativa y cualitativa lo convierte en un segmento de mercado muy atractivo para las bodegas y el sector.

Pues bien, desgraciadamente este estudio presenta unos resultados que no por esperados dejan de ser algo desalentadores.

En primer lugar, destaca que el 64,9 por ciento de los universitarios declara consumir bebidas alcohólicas al menos una vez a la semana. ¿Qué es mucho? Es lo que hay. Personalmente me siento incapacitado para aportar razones de tan elevado consumo, pero cada uno que saque sus propias conclusiones.

En segundo lugar, entre los resultados del estudio he considerado interesante destacar los referentes al consumo de vino, cerveza, destilados de alta graduación (ron, whisky, etc.) y bebidas carbonatadas azucaradas (refrescos de cola, etc.). En la siguiente tabla tienes los resultados del estudio sobre los hábitos de consumo.

Imagen-Cuadro-Consumo-Bebidas


Como se puede observar, el resultado es claro. El 6,8 por ciento de jóvenes estudiantes universitarios declara consumir cerveza a diario frente al triste 0 por ciento que declara consumir vino a diario. Además, el 35,1 por ciento de jóvenes declara no consumir cerveza nunca o casi nunca frente al 67,9 por ciento que declara no consumir vino nunca o casi nunca. En comparación con la cereza el vino sale muy mal parado. Dos tercios de la población de estudiantes universitarios no bebe vino nunca o casi nunca.

Aunque la consideración de la frecuencia de consumo empleada en los estudios de Synovate es diferente a la empleada en este estudio, del mismo se desprende que el 9,6 por ciento bebe vino al menos una vez a la semana y el 13,4 por ciento bebe vino al menos una vez al mes. Si un consumidor habitual es aquel que bebe vino al menos una vez por semana entonces podemos afirmar que los jóvenes universitarios (en su mayoría entre 18 y 25 años) beben vino en mayor proporción que el resto de jóvenes de su edad (este porcentaje se cifra en el 5,5 por ciento en el estudio de 2009).

¿Algún dato para la esperanza?


Quizás no muchos, pero alguno sí. Aunque sea de perogrullo no está de más recordarlo: El problema de que los jóvenes no beban vino no se debe a que no beban alcohol. Los jóvenes (estudiantes) beben alcohol y, me atrevo a decir, mucho alcohol. Además, no parece tampoco un problema de presupuesto (recuerda que a veces se le atribuye al mayor precio del vino la razón de que no sea consumido por los jóvenes ya que estos, normalmente, tienen una menor renta disponible). Los jóvenes beben muchos refrescos y cerveza e, incluso, destilados, que ni son gratis ni son siempre más baratos que el vino.

Además, un dato interesante es que existe casi un tercio de jóvenes que consumen vino al menos una vez al mes. Aunque la cifra no es muy halagüeña, es un dato para la esperanza: Todavía hay jóvenes que comulgan en parte con la cultura del vino y no le han dado la espalda definitivamente a esta bebida. Por eso, considero realmente interesante investigar las razones de por qué lo hacen y por qué, a pesar de beberlo, lo hacen con tan poca frecuencia. Quizás para estos jóvenes el vino tiene un componente aspiracional o a lo mejor sólo beben vino en fiestas o celebraciones puntuales, pero debemos terminar de entender cuáles son estas razones. Son tan importantes, e incluso más, como las de conocer por qué no beben los que no lo hacen.

Con relación a los jóvenes que no beben vino nunca o casi nunca es verdad que son muchos (67,9 por ciento). También hay que saber por qué. Por eso me parece muy necesaria una investigación de tipo cualitativo para entender las razones de este alejamiento de la cultura del vino.

Como te decía al inicio de este post me he propuesto aprender algo más sobre la relación de los jóvenes con el vino. Espero en próximas fechas poder presentarte los resultados de un estudio que estoy desarrollando para conocer estas razones.

Un saludo,
Ricardo



Pd. Agradecerle a las investigadoras de la Universidad de Alicante que han realizado el estudio, y especialmente a Ana Zaragoza, que me hayan proporcionado la versión completa del mismo.


Fuente citada:
(1) Zaragoza-Martí A., Norte-Navarro A., Fernández-Sáez J., Hurtado-Sánchez J.A., Ortiz-Moncada R. (2013). “Tipo de bebidas consumidas por los estudiantes universitarios”. Revista Española de Nutrición Comunitaria. Vol. 19 Núm. 2, págs.. 114-119.

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